Este año el pesebre de la iglesia se instaló en el mismo lugar que en la Navidad anterior. Creemos que es el mejor sitio para ubicarlo ya que solo al entrar en el templo por la calle Valldonzella se ve de forma muy atractiva. Y como suele pasar en todas partes, cada año el belén tiene un aire diferente, tanto si son o no los mismos artistas que lo prepararon.
Habíamos visto estas figuras sin decoración de ningún tipo, pero al tratarse de unas figuras de valor artístico, la austeridad en la presentación también le prestaba belleza y austeridad. En la Navidad del 2009, el ambiente que habían propiciado los artistas era el de una haima del desierto, no muy lejos de la realidad que podía haber sido hace más de dos mil años. De igual manera, D. Antoni Gaudí en un viaje por el norte de África, debido a un encargo que le hicieron, y que después no se hizo, durmió en una haima y contemplando el cielo estrellado pensó que allí se estaba bien o muy bien. Y tanto fue así que el sagrario de la Cripta de la Basílica de la Sagrada Familia lo diseñó como una haima, y la construyó en hierro, cosa que posteriormente doraron.
Hoy podemos contemplar el pesebre de Montalegre con la sagrada familia de Jesús, María y Josep y unas lucecitas que recrean un fuego incandescente, junto al buey y la mula, dentro de una cueva de corcho, decorada con hojas y flores de eucaliptos, materiales muy propios de los montes catalanes.
Las figuras son de resina, elaboradas sobre moldes del gran escultor barcelonés D. Josep Llimona i Bruguera (1864-1934), contemporáneo de D. Antoni Gaudí, con el que colaboró entre 1903 y 1916 en la escultura del Cristo Resucitado del Primer Misterio de Gloria del Rosario Monumental de Montserrat. El trabajo fue realizado por alumnos d’Arquitectura de la Universidad Internacional de Catalunya (UIC).
Isabel Hernández Esteban