El día 2 de octubre se cumple un nuevo aniversario de la fundación del Opus Dei.
En el año 1928, el entonces joven sacerdote Josemaría Escrivá vio que Dios le pedía que difundiera por todas partes un mensaje que era al mismo tiempo muy antiguo y una gran novedad: que todos estamos llamados a la santidad.
El mensaje era muy antiguo porque está en el Evangelio y era perfectamente conocido y vivido por los primeros cristianos, como nos consta en los escritos que de ellos nos han llegado. Y era a la vez muy nuevo porque, con el paso de los siglos y las convulsiones que han padecido el mundo y la Iglesia, este mensaje se había ido difuminando.
Muchos años mas tarde el Concilio Vaticano II, en uno de los grandes documentos que promulgó, en la Lumen Gentium, dedicaba un capítulo entero, el quinto, a explicar la vocación a la santidad en la Iglesia, en el que se afirma textualmente: «Por eso, todos en la Iglesia, ya pertenezcan a la jerarquía, ya pertenezcan a la grey, son llamados a la santidad, según aquello del Apóstol: “Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación” (1 Tes, 4,3; Ef, 1,4)». Este texto es acompañado de un amplio desarrollo, pudiéndose afirmar por tanto que la santidad es la vocación original del ser humano.
Aquel sacerdote se puso a trabajar para cumplir esta misión a él confiada. Entendió que se hacía necesaria una Fundación para asegurar que se pudiera cumplir ese querer de Dios. Esa fundación fue una institución que era el Opus Dei, que se fue abriendo paso en la Iglesia y que actualmente tiene la forma de una Prelatura Personal, una fórmula jurídica que se ajusta perfectamente al carisma fundacional, a aquello que se necesita para poder llevar a término esta voluntad divina de recordar al mundo la llamada universal a la santidad, que es la razón de ser del Opus Dei.
Para los miembros de la Obra y para muchas otras personas es un día de agradecimiento a Dios y a San Josemaría, y un buen momento para seguir encomendando los apostolados que se llevan a cabo en la Prelatura y para renovar los deseos de fidelidad a la vocación personal
Mn. Francesc