La periodista espanyola, experta en periodisme religiós, especialment del Vaticà, Paloma Gómez Borrero, compta actualment l’edat de 79, segueix al peu del canó informatiu i encara forma part del grup periodistes acreditats a la Santa Seu. Va acompanyar al beat Joan Pau II en els seus 104 viatges, i posteriorment també va pujar a l’avió on viatjava el papa emèrit Benet XVI. L’hem vist, sentit i llegit en tots els mitjans de comunicació, i és autora de molts llibres, entre d’altres “Huracán Wojtyla”, “Abuela, háblame del Papa”, “Juan Pablo, amigo”, “Adiós, Juan Pablo, amigo”, “Dos Papas, una familia”, “La Alegría”. “A vista de Paloma”,”Caminando por Roma”,“Los fantasmas de Roma”. “Los fantasmas de Italia”, “Una guía del viajero para el jubileo”, “De Benedicto a Francisco”. Està casada i ha tingut tres fills.
En aquesta ocasió ella ha estat l’entrevistada, entrevista que ha publicat la web FORUM LIBERTAS, que transcrivim literalment.
María Menéndez
A pesar de su aspecto de persona normal y corriente y de su forma de hablar tan cercana, Paloma es una mujer hecha de otra pasta. Sólo alguien que se ha pasado toda la vida al servicio del periodismo, viajando por todos los países del mundo, es capaz de diseñar en cinco minutos de reloj un esquema que seguirá para dar una charla sobre el Papa Juan Pablo II, ese gran Papa para muchos, amigo cercano para ella. No necesita más que cinco minutos de reloj para recordar rápidamente lo más importante de esos 104 viajes en los que acompañó a Su Santidad a lo largo de su vida, de los cuales cinco de ellos fueron a España.
Se dice pronto, pero Gómez Borrero ha dado el equivalente a unas 29 veces la vuelta al mundo en kilómetros recorridos por 160 países al lado de Wojtyla durante sus 27 años de papado. Es por eso que esta madrileña, que ha publicado 17 libros, no tiene reparo en ser la primera en merendar unos bocadillos y un café con leche que le han preparado como refrigerio en el colegio de La Vall (Barcelona) antes de esta entrevista y una posterior charla a los padres de alumnas de este centro.
Paloma, con su naturalidad y buen humor, exuda sabiduría por todos los poros de una piel que refleja la ajetreada vida que ha llevado y en la que se ha podido dedicar a lo que más le gustaba. Tanto por lo que cuenta, como por lo que calla, se intuye la talla de esta periodista que fue todo un referente en España por ser la primera mujer corresponsal en el extranjero de la televisión nacional.
“Una de las ilusiones de Juan Pablo II era unir Europa en sus raíces cristianas”
Ha acompañado a Juan Pablo II en todos sus viajes por el mundo, pero cuéntenos, ¿cómo era y qué era en su opinión lo más destacado de él?
Juan Pablo II fue de verdad un Papa que dio un gran cambio a toda la Iglesia porque era un papa joven y estábamos acostumbrados a papas mayores. Era un montañero polaco que conocía muy bien lo que es el Este porque él venía de Polonia, un país que ha sido siempre sometido por el nazismo o por el marxismo y, al mismo tiempo, con ese orgullo de una Polonia cristiana siempre fiel. Él vino sabiendo que podía ser un cambio grande en una Europa que estaba dividida, por eso una de sus ilusiones, que los franceses la llamaban la “utopía Wojtyla”, era unir esa Europa en sus raíces cristianas, cosa que consiguió porque cayó el muro de Berlín y él fue, dicho por el propio Gorbachov, artífice importantísimo de esa caída.
Al mismo tiempo, el Papa fue un hombre que desde que fue sacerdote y luego obispo auxiliar, y más tarde cardenal arzobispo de Cracovia, siempre creyó en los jóvenes y los amalgamó sabiendo que eran los que podían ayudarle y a la vez ser “heraldos del evangelio” por el mundo”, y así inventó las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ). Al mismo tiempo, se dio cuenta de que a la Iglesia no se la podía dejar en las sacristías o en la plaza de San Pedro; y, como no podían ir todos a ver al Papa, el Papa tendría que ir a ellos, por eso se llamó el “párroco del mundo” y por eso se dedicó a viajar. Un Papa así cambia por completo lo que se entendía por un Papa, aquella figura tradicional que está en las audiencias en el Vaticano, manda discursos, homilías, encíclicas, documentos, pero siempre en el Vaticano. Y de repente viene Juan Pablo II. Todo lo que vemos hoy en día, en el fondo, es gracias a él. El Papa Francisco, por ejemplo, sería inconcebible sin él.
“Nunca hemos ido a hacer turismo con el Papa porque él ponía la llaga en problemas como la corrupción, el genocidio, el hambre o la guerra”
¿Qué ha aprendido de él en sus 104 viajes que le acompañó?
Ninguno de los viajes a los que íbamos era de turismo, podía coincidir que fueran países bonitos como Kenia, pero nunca íbamos a “hacer turismo” como tal. El Papa ponía el dedo en la llaga en los problemas del país como la condena de la corrupción en África, países dónde había genocidio como Ruanda y Burundi, para predicar la hermandad, para consolar, para ayudar. Fuimos a América en lugares dónde estaba el narcotráfico, como cuando fuimos a Cali o Medellín (Colombia), Bolivia, o en Brasil con los indígenas, con los cuales también se está haciendo un genocidio. Estuvimos en el Amazonas, que es justo dónde están las pocas tribus que quedan para defender sus derechos.
Aprendes, por tanto, que hay mucha hambre en el mundo, mucha injusticia, hay millones de seres cuyos derechos humanos son pisoteados. El Papa habló de la paz como en Sarajevo o en Japón, en ciudades como Hiroshima, que fue a dar el discurso de la paz más hermoso que hemos escuchado nunca. También fuimos a África, a Uagadugú, en el Alto Volta, lo que ahora es Burkina Faso. Allí se preguntaban: ¿para qué hemos venido aquí? Para estar en una misa en una pista de aterrizaje, corta, peligrosa, por tan sólo unas horas, una paliza de viaje, y fue porque hacía 15 años que no llovía y la gente se estaba muriendo de sed. Y el Papa fue allí a denunciar al mundo rico que había gente que se estaba muriendo de sed, que si es horrible morirse de hambre, todavía lo es más horrible morirse de sed. Se podría decir que he aprendido a ver con otros ojos el mundo.
“Juan Pablo II era un Papa muy cercano y rezaba muchísimo”
Cuéntenos alguna anécdota divertida de sus viajes
Estaba el Papa en Nueva York con los jóvenes y el inglés era lo que peor hablaba, pero a él le daba igual, se las arreglaba porque, como buen eslavo, tenía mucha facilidad con las lenguas.Los chicos americanos, que estaban enloquecidos con el Papa, le regalaron una guitarra como símbolo de la juventud y una camiseta que decía: “We love you, Pope” (“Te queremos, Papa”). Fue todo un recibimiento propio de los jóvenes americanos. Éstos silbaban, gritaban, chillaban… El Papa, que estaba muy contento en ese lugar, improvisando, quiso hablar de aquellos rascacielos tan altos en el fondo y la palabra “rascacielos” (skyscraper) se le atragantó y la dijo mal, y los chicos, callados, no dijeron nada, pero él se dio cuenta de que no la había dicho bien y la repitió, aunque la volvió a decir mal. Entonces, el cardenal de Nueva York, que estaba a su lado, le dijo cómo se decía bien rascacielos y la repitió por tercera vez ya bien dicha. Entonces todos empezaron a silbar, a pitar como diciendo “¡qué bien!”. Y el Papa riéndose dijo en inglés: “sabéis, chicos, que hoy el Espíritu Santo no ha ido al instituto Berlitz”. Tenía esas salidas que eran muy divertidas. Era un hombre muy cercano, aunque un poco tímido, yo creo. Eso sí, rezaba muchísimo.
Me acuerdo de una vez que estaba con un grupo de embajadores que le estaban soltando un rollo, cada uno un discurso de esos soporíferos. Yo estaba muy cerca y le estaba mirando, y pensaba: “pobrecito, ¡qué rollo le están pegando!” y, de repente, me di cuenta de que estaba rezando el rosario, así, escondido, mientras los otros seguían hablando. Entonces le miré y me guiñó el ojo como diciendo “no digas nada” y siguió rezando, sonriendo, como queriendo decir: “te has dado cuenta de que yo estoy rezando a la Virgen y no estoy oyendo estos rollos”.
Además, no hay que olvidar que gracias al Papa se han formado muchísimos noviazgos, matrimonios, niños… Él ha ayudado mucho a expandir ese amor a la familia. Yo sé de gente casada que no podía tener niños y han pedido a Juan Pablo II tenerlos, el novio que ha dejado a la novia o al revés. El Papa para eso siempre ha “echado una mano”.
“El Papa Juan Pablo II era un santo moderno: humano, divertido, cariñoso”
¿Qué es para usted la figura del Papa?
Ha sido un privilegio haberle conocido porque, además, él para mí era santo. No hace falta que me lo digan oficialmente porque yo sé que era un santo moderno, un santo de los que te gustan porque lo ves muy cercano, lo ves posible porque dices: “he conocido a un santo en todas sus cosas”. Al mismo tiempo, las hacía de un modo tan humano, tan divertido, tan cariñoso…
Conmigo ha tenido muchísimos detalles, como bautizar a mi nieta. Cuando se casó mi hijo mayornos invitó a su capilla privada y luego estuvo con nosotros hablando. A mi madre le dijo que me quería mucho, con lo cual ella estaba que ni te imaginas de contenta.
Cuando murió Juan Pablo II, el cardenal don Estanislao Dziwisz, su secretario personal, me dejó estar con ellos al lado de la sala Clementina el tiempo que quise. Todas esas cosas te marcan porque yo, hasta ahora, ver todas las imágenes del Papa (y no ya las que estaba tan malo que a mí me daba muchísima pena verle cómo estaba) no podía porque se me llenaban los ojos de lágrimas, porque ha sido toda una vida acompañándole.
¿Qué le parece el Papa Francisco?
Yo todavía estoy esperando, porque es absurdo decir que tú a un Papa le puedes juzgar si es bueno o malo. Malo no, porque eso nunca lo será porque ha sido elegido por el Espíritu Santo, así que Él sabrá lo que hace, pero decir algo cuando todavía no ha pasado apenas un año de su elección y, sobre todo, cuando hay que hacer grandes cambios.
Yo ahora veo la talla de humildad y de valor que ha tenido Benedicto XVI, que es un Papa que, aparentemente, no era cercano y, sin embargo, era de una sensibilidad, de un afecto y de una humildad extraordinarios. Este Papa tiene carisma y tiene esa cosa latinoamericana de decir frases como de un cura párroco, pero tengo que ver qué hace, todavía no lo puedo decir.
“Benedicto XVI ha tenido un gran valor denunciando la pederastia”
Francisco ha declarado en su mensaje para las Jornadas de las Comunicaciones Sociales que tengamos una cultura de encuentro verdadera, que no sean todo meros cables, ¿qué opinión le merecen estas palabras?
El Papa habla siempre de diálogo, de encuentro, misericordia, caridad, amor, ternura. Estos son los pilares de este pontificado, pero en realidad esto es lo que han dicho los otros Papas también. No podemos hacer de menos a los otros por éste, porque realmente viene porque tiene que venir y estamos encantados, pero no nos dice nada nuevo. Por supuesto que defiende la vida, pero, ¿es que los otros no la defendían?, ¿no condenaban el aborto? Benedicto XVI ha tenido un gran valor denunciando la pederastia y diciendo que se tienen que sentar en el banquillo de los acusados de aquí, de la tierra, porque ya se sentarán en el del cielo. Ahí Benedicto le echó mucho valor y eso no lo podemos olvidar.
Lo que ocurre es que el Papa Francisco es muy latino, muy simpático y da muchos besos, es un carisma completamente distinto, pero no ha inventado nada ni está diciendo nada nuevo hasta ahora. Vamos a ver qué ocurre con la reforma de la curia porque todavía no hay nada, sólo se ha nombrado un nuevo secretario de Estado, pero eso lo han hecho todos los Papas. Todos los Papas cuando han entrado quieren una persona de total confianza, alguien que valga porque el gran secretario de Estado esa figura es de los tres.
Una excepción es Casaroli, como mucho, porque éste ya venía con Juan XXIII. Era de una sencillez que iba todos los domingos que estaba en Roma con su sotana, como un cura más, a pasar la mañana con los chicos de la cárcel de menores de Roma. Cuando se muere Casaroli se enteran los chicos que era el secretario de Estado, entre ellos no sabían quién era porque le llamaban don Agostino y se creían que era un cura normalísimo. Cuando ven que todos los periódicos hablan de la muerte del cardenal secretario del Estado, el gran Casaroli, se dieron cuenta que era don Agostino, cosa que él no había dicho en los años que fue a verles.
“El número de seres imperfectos es pequeñísimo en relación con la bondad que hay. Lo que pasa es que el mal hace más ruido y se ve más”
El Papa Francisco ha hablado últimamente en más de una ocasión de la figura del demonio y del mal. Desde una perspectiva personal, ¿qué experiencia tiene con el mal?
Existe el bien porque existe el mal y existe el mal porque existe el bien. El mal lo denunció el propio Benedicto XVI, y Pablo VI cuando dijo: “el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia”. No todos somos perfectos. El número de imperfectos es pequeñísimo en relación con la bondad que hay. Es como decir: ¿Madre Teresa de Calcuta, única? No, era extraordinaria y yo la quería muchísimo y la admiro lo que no es dicho, pero hay muchas Teresas anónimas en la India y en otros muchos sitios, incluso en Barcelona seguro que hay, y laicas también, que están entregadas completamente, lo que pasa es que el mal hace más ruido y se ve más. Hay como un megáfono con el mal, mientras que con el bien no se dice, el mal se amplía.
“Los periodistas somos tan importantes que si hoy viviera San Pablo sería periodista y trataría de meterse en un telediario”, decía Juan Pablo I
En relación a nuestra profesión, a veces me pregunto cuál es el papel de los periodistas católicos en la sociedad actual. En ese sentido, ¿qué mensaje les daría?
Que cuenten lo que ven, que no inventen, que procuren ir a las fuentes, preguntar todo lo quesea necesario a mucha gente hasta hacerse su idea, leer las noticias a través de distintos ángulos y no ir con mala idea nunca, aunque con buenísima tampoco, es decir, intentar ser lo más ecuánimes posibles. Juan Pablo I decía que los periodistas somos tan importantes que si hoy viviera San Pablo, sería periodista y trataría de meterse en un telediario.
Otra cuestión, ¿qué le parece la obra de Ayuda a la Iglesia Necesitada?, ¿cree que la gente debe colaborar con esta asociación?
La Iglesia necesitada lo dice con su propio nombre, por lo que ayudar es un deber de todos los cristianos. Esa Iglesia que está sufriendo, que no tiene para poder ayudar… la gente tiene que compartir. La palabra “solidaridad” se está usando mucho, pero lo que debemos hacer más que solidaridad es compartir, compartir penas y alegrías y, por supuesto, necesidades.
Y, con respecto a la enseñanza, últimamente se insiste desde posiciones progresistas en criticar la educación diferenciada. En su opinión, ¿qué elementos positivos aporta este tipo de educación?
Parece sorprendente que se critique que los niños y niñas estudien separados. Yo he estado en un colegio de monjas (el Sagrado Corazón de Jesús de Madrid) y estábamos sólo chicas; luego estuve en la universidad y éramos chicos y chicas. No te podría decir. Seguramente habrá sus ventajas y sus inconvenientes, pero no es un tema que yo domine. Probablemente, sin ser mixto te dedicas más a la mentalidad de los chicos o de las chicas; y, de la otra manera, tendrás que ir de un lado y de otro, digo yo. Tengo tres chicos (Ranieri, Carlo y Giorgio), con lo cual tampoco te puedo decir.
“Al ser periodista, he aprendido el sentido de la responsabilidad”
Volviendo a su actividad profesional, ¿qué ha aprendido al ser la primera mujer corresponsal en el extranjero de televisión nacional?
El sentido de la responsabilidad, darte cuenta de que tenía que estar por lo menos a la altura de lo que me estaban pidiendo. Esto es algo muy importante en todo y, en concreto, en la corresponsalía. Yo tenía que informar y, además, no había zapping, había sólo televisión española (primera y segunda cadena).Se decía “nuestra corresponsal” o “nuestro corresponsal (Jesús Hermida), con el que todavía soy muy amiga. Lo que decía Jesús en Nueva York iba a misa y lo que decía yo en Roma también. Adquieres, por lo tanto, ese sentido de la responsabilidad del daño que puedes hacer, incluso en las relaciones con un país y otro porque tú puedes influir muchísimo como periodista, y más desde la televisión. Además, en aquellos momentos era sólo una televisión nacional.
¿Cómo le ha sido posible compaginar su vida familiar con su vida laboral?
Con muy buena voluntad por parte de todos, con gente que he tenido que me ha ayudado mucho en casa, gente muy mía. Los que han trabajado en casa han sido muy cercanos, tanto, que yo les escribía las cartas para los novios. He casado a siete u ocho, unas con italianos. El personal que teníamos en casa podía estar unos diez años. Yo he tenido muy pocas personas ayudándome, pero muy leales, queridas; y ellas a nosotros también nos han querido mucho porque eran parte de la familia. Sabían que tenían en sus manos mucha responsabilidad pues era a mis hijos a quienes les dejaba.
Cuando estoy trabajando no pienso en nadie más que lo que estoy haciendo. Eso lo tengo clarísimo, y mis hijos saben que yo no llamo por teléfono nunca, porque si no, si se acostumbran a que les llame y luego un día no puedo hacerlo por algún motivo, se preocuparían. Si tenía la posibilidad de llamarles, les llamaba, claro está, pero ellos no esperaban que yo lo hiciera. Yo tampoco quería obsesionarme con llamarles ni que ellos se obsesionaran con que yo no les llamara.
Entrevista con la periodista Paloma Gómez Borrero
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